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Mongoles everywhere

Mongoles everywhere

(Foto: chinos mirando por un telescopio. Aunque parezca un fondo falso, es de verdad!)

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Después de unos 20 días en el país por fin empiezo a entender por qué China es, y seguirá siendo por bastante tiempo, un país en desarrollo pero tercermundista.

Desde la burbuja de un “laowai” (guiri en chino), se ve todo muy bonito, pero cuando tienes que tratar con los chinos para trabajar, pues te das de bruces con la realidad asiática: desorganización total. Lo comprobé en una feria a la que fui el lunes donde había empresas españolas. Fue un asco, pero al final todo salió bien. No quiero ni pensar lo que pasará en los Juegos Olímpicos. No tengo ninguna confianza en que terminen bien. Está claro que si un país con el potencial de China estuviera organizado otro gallo cantaría.

 

Otro problema típico de los expatriados en China es la relación de amor/odio con la comida. Lo primero, para los que no lo sepáis, la comida china (en China) no se parece en nada a la que venden los chinos en España. Es verdad que hay muchos tipos de comida aquí pero a un occidental le cuesta digerirla, y si no es la primera semana es la segunda cuando te pones mal del estómago, aunque no hayas tomado nada especialmente en mal estado…

 

Precisamente hoy acabo de cenar en un “hot pot” de comida típica de la región autónoma china de Mongolia Interior con algunos de los españoles que conocí el otro día por la noche y dos chicas chinas, (una de ellas hablaba perfectamente español porque lo había estudiado en una universidad china).  

 

Un “hot pot” es un restaurante donde hay mesas con un hornillo en el centro donde ponen una especie de olla baja dividida en dos partes: una con agua con condimentos y otra con agua con condimentos picantes. Una vez que se enciende el hornillo y el agua hierve, los clientes echan en la olla la comida que han pedido (normalmente cruda): patatas, verduras, setas, carne de diferentes tipos, hígado, una especie de paté (sangre de pato). Bueno, cosas así. Cuando acaban de comérselo todo también pueden degustar la deliciosa sopa que queda.

 

Nosotros también tenemos la “casquería fina”, no seáis etnocentristas! Es bastante asquerosillo a primera vista, pero tampoco está tan mal! Además, los mongoles interiores son muy simpáticos jajajaj! Pedimos comida y cerveza a reventar y solo nos salió a unos 5 euros por cabeza.

Lo que de verdad no tuvo ningún desperdicio fue la conversación que tuvimos en nuestra mesa. Fue muy divertido y, claro, ¡surrealista!.

 

 

 

 

 

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